La respuesta más sencilla sería que todos necesitamos relajarnos, desentumecer el cuerpo, darnos un respiro y bajar el ritmo, además de sentirnos conectados.
Vivimos unos tiempos convulsos, agitados, llenos de estímulos y obligaciones que nos impiden descansar y escucharnos. El estrés parece que ha venido para quedarse y que todo lo justifica. Padecemos ansiedad, enfermamos, entramos en conflictos constantes y nos olvidamos de lo esencial por falta de tiempo para nosotros mismos.
La tensión mental se manifiesta en el cuerpo: hombros, lumbago, estómago… No reparamos en la relación directa que hay entre emociones y cuerpo.
El yoga te permite observarte y conocerte
Con la práctica de yoga aprendemos a escuchar las necesidades del cuerpo. Descubrimos cómo está nuestra respiración y cómo podemos modificarla para relajar y aliviar tensiones. El yoga te conecta contigo mismo, con tus limitaciones físicas y mentales y te ayuda a vislumbrar tu propia energía espiritual.
Al mejorar la relación que mantienes contigo mismo, mejora la relación que mantienes con los demás. Aprendes a gestionar las emociones calmando tu mente y sintiendo cómo se liberan las tensiones acumuladas en el cuerpo.

El yoga, en definitiva, nos equilibra. Y en los tiempos que corren, todos necesitamos equilibrio para no dejarnos llevar por los relojes, deberes y obligaciones que cada día parecen requerirnos mayor atención. Lo que de veras necesitamos es volver a nosotros.
No se trata de ser más flexibles y realizar posturas para fotografiar, sino de llevar la atención al cuerpo y a la respiración. Se trata de conectar con el momento presente y con las sensaciones que se despiertan en ti al practicar: agitación, calma, bienestar, tensión…
¿Qué necesito para practicar yoga?
Ropa cómoda de deporte que te permita moverte. Una manta que puedas utilizar para sentarse y taparte después en la relajación y nada más.
Necesitas concederte espacio y tiempo para ti.